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La ruta hacia la innovación corporativa: tres enfoques que marcan la diferencia en grandes empresas.

Escrito por Antonio García | 1/10/2025 06:09:56 PM

Bajo el contexto de transformación acelerada, las grandes empresas enfrentan el desafío de innovar al mismo ritmo que el mercado sin perder la estabilidad de sus operaciones centrales. Para lograrlo, cada vez más corporativos están adoptando modelos de innovación que les permiten combinar la solidez de su estructura con la agilidad del ecosistema emprendedor y la experimentación tecnológica.

 

Según Chesbrough (2003), la innovación abierta resulta ser un marco clave que logra explicar por qué las organizaciones deben apoyarse en recursos externos para complementar sus capacidades internas. Bajo esta lógica, tres modelos destacan por su efectividad en grandes corporativos: aceleradoras corporativas, corporate venturing y laboratorios de innovación.

 

ACELERADORAS E INCUBADORAS CORPORATIVAS.

 

Las aceleradoras e incubadoras corporativas son programas estratégicos diseñados para apoyar a startups en etapas tempranas mediante mentoría, capital semilla y acceso a la red de clientes o a la infraestructura de la empresa.

 

Entre sus principales ventajas se encuentra la capacidad de atraer talento y captar ideas externas que pueden enriquecer las estrategias internas de la organización. Además, funcionan como un mecanismo de posicionamiento en innovación, ya que permite a la compañía consolidarse como un referente en su industria al impulsar y acompañar el crecimiento de nuevos proyectos.

 

Es importante tomar a consideración que los resultados del uso de una incubadora o aceleradora, no son visibles en un corto plazo sino en un mediano plazo, puesto que se requiere de tiempo, gestión y planeación empresarial para que comience a posicionarse.

 

CORPORATE VENTURING (CVC).

 

Por medio del Corporate Venturing las empresas invierten de una forma más estratégica en las startups con tecnologías o modelos de negocio disruptivos. Más allá de obtener un retorno financiero, el CVC ofrece la posibilidad de integrar innovación a la operación central o de explorar nuevos mercados. El uso de esta práctica ha crecido exponencialmente: en 2022 más del 25% de inversión global en capital de riesgo provino de fondos corporativos (CB, Insights, 2022).

 

Entre las principales ventajas de este modelo se encuentran el acceso ágil a las solucionees innovadoras, la diversificación de riesgos y la exposición a nuevas industrias. Así mismo, abre la posibilidad de concretar adquisiciones o alianzas estratégicas que permiten fortalecer la competitividad y la capacidad de adaptación de la organización.

 

Como señalan Weiblen y Chesbrough (2015), el corporate venturing permite a las empreas combinar la estabilidad de su estructura con la flexibilidad de las startups, generando un puente efectivo entre la innovación externa y la estrategia corporativa.

 

LABORATORIOS DE INNOVACIÓN.

 

Son espacios internos de experimentación diseñados para explorar las tendencias emergentes, desarrollar prototipos y probar soluciones antes de integrarlas a gran escala. De acuerdo con Kohler y Tanev (2016), estos laboratorios resultan ser fuente esencial para que las grandes empresas logren “aprender haciendo” y se anticipen a disrupciones tecnológicas.

 

El uso de estos laboratorios permiten acelerar la validación de nuevas ideas bajo entornos controlados, impulsar la cultura de innovación dentro de la organización y explorar las tecnologías emergentes sin comprometer el plan operacional principal.

 

Hoy en día, la innovación corporativa resulta ser un requisito estratégico para la competitividad. Las incubadoras, el corporate venturing y los laboratorios de innovación ofrecen distintos caminos pero resultan ser complementarios, ya que tienen como finalidad el generar valor empresarial. El verdadero reto no se centra exclusivamente en implementar estos modelos, sino en alinearlos con una estrategia corporativa eficiente y una cultura organizacional adecuada, para evitar que operen como iniciativas aisladas.

 

En definitiva, innovar no se basa en perseguir modas o ideales empresariales emergentes, sino en construir capacidades que permitan a las organizaciones mantenerse posicionados en un entorno que resulta estar en constante cambio.