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La regla de oro, diseña para el problema no para la solución.

Todo emprendedor desea que su producto o servicio sea “la solución” que gane el mercado, pues de esto depende, en su mayoría, el éxito que su emprendimiento pueda llegar a tener. La carrera por crear la mejor solución o la “solución perfecta”, puede ocasionar que los emprendedores pierdan de vista la razón de ser de su empresa, o sea, el problema que están solucionando. 

 

El problema del usuario se refiere a un dolor o un deseo que el cliente tiene en su vida y quiere resolver, y ahí es donde entras tú, planteando una solución que le permite satisfacer esa necesidad. Para una startup su problema es la pieza clave alrededor de la cuál se organizan los demás procesos, de alguna forma, plantear una solución es más sencillo que encontrar una problema que valga la pena resolver y que sea rentable. Es por esto, que en un proceso de diseño debes primero enfocarte en identificar con claridad cuál es el problema que estás solucionando y para esto es fundamental comprender a profundidad la necesidad de tu usuario y su contexto.   

 

En el mundo del diseño se dice que un problema puede tener infinitas soluciones. El diseño no es una ciencia, no existe únicamente una respuesta correcta para cada problema de diseño que se nos presenta. De hecho, si se les asignara a una docena de diseñadores el mismo problema, tendríamos al menos doce soluciones diferentes e inclusive podría ser que las doce soluciones sean realmente excelentes para el problema proporcionado. Entonces, si existe más de una solución para un mismo problema ¿de qué depende que la nuestra sea exitosa? Depende de muchos factores, sin embargo el primero que debes considerar es conseguir una amplia comprensión de la necesidad de tu usuario, pues esto te permitirá diseñar específicamente para su caso.  

 

Hasta ahora, debes tener claro que en el mundo del emprendimiento comprender la problemática implica comprender a tu usuario + su necesidad; por esta razón la regla de oro para tu emprendimiento es diseñar para el problema y no para la solución.  

 

Concentrarte en el problema te trae los siguientes beneficios: 

 

  • Centra tu tiempo en tener un panorama más amplio sobre la necesidad del usuario y por lo tanto diseñar una solución más relevante para su contexto.  

  • Tu investigación automáticamente se inclina hacia crear formas de tener una comprensión más profunda del usuario, lo cual le permite a todos los involucrados hacer conexiones y encontrar soluciones que de otra manera no serían obvias.

  • Te aleja de fijarte a una única solución demasiado temprano, centrarse en el problema y describirlo bien al equipo, abre un universo de soluciones. 

  • Ayuda a evitar el optimismo y la tendencia a maximizar el potencial de una solución a priori, o sea, antes de obtener el feedback de tus usuarios reales. 

  • Te da el permiso de realizar las iteraciones necesarias con tal de acercarte, cada vez más, a un servicio/producto que provea soluciones reales y relevantes para tu usuario. 

 

Una vez que hayas realizado una exhaustiva investigación y además definido y descrito el problema, tu equipo estará listo para diseñar la solución que mejor hace el trabajo. Sin embargo, ¿qué necesitas para llegar hasta este momento? 

 

Lo más importante es que mientras estés delimitando tu problema busques formas de interactuar con tus posibles usuarios reales, para pedirles su input directo acerca del problema, pues son ellos quienes tienen mayor conocimiento sobre el mismo. 

 

Hace tan solo tres décadas la forma de hacer negocios era muy diferente, los empresarios se sentaban en una mesa a idear soluciones sin el input del usuario, estas ideas eran llevadas a producción y no era hasta que el producto salía al mercado que se daban cuenta si era un good fit para sus clientes; una estrategia bastante arriesgada que podría producir grandes pérdidas. Desde los 2000 's la forma de diseñar soluciones ha cambiado, ahora se busca el input del usuario desde etapas tempranas, tanto acerca del problema como de la solución (MVP). 

 

Si estás iniciando una startup y enfrentas los retos asociados a delimitar tu problema, la mejor recomendación es: deja la oficina y sal a la calle, pero sal preparado. Esto quiere decir que antes de salir, diseñes algunas herramientas y estrategias que te permitan obtener información para validar o refutar tu problema y/o solución, para esto puedes: 

 

  • Realizar entrevistas personales y dimensionar el mercado: elabora un cuestionario corto y sencillo con preguntas clave como: ¿comprarías este producto o servicio?, ¿qué cambiarías?, ¿qué precio pagarías? Es aconsejable hacer unas 100 entrevistas a potenciales interesados para obtener una buena muestra.

  • Elaborar una encuesta online: además de lo anterior, puedes elaborar una pequeña encuesta online en redes sociales o por correo electrónico, para conocer la opinión de la gente. Recuerda: preguntas cortas, sencillas y muy concisas, 5 o 6 preguntas serán suficientes.

  • Ofrecer pruebas gratuitas a cambio de feedback: elabora un producto mínimo viable de lo que quieres vender. La idea es no gastar mucho dinero y ofrecérselo a tus potenciales clientes a cambio de que te cuenten su experiencia de usuario y cómo la mejorarían,

  • Involucrar a tu usuario en la creación del diseño: un proceso de co-creación puede ser la clave para evitar crear soluciones que no aporten valor. Las metodologías de diseño participativas tienen herramientas que te permiten involucrar a los usuarios desde etapas tempranas, puedes pedirles que creen una lista de requerimientos para el diseño o incluso hacer alguna actividad hands-on en la cuál ellos mismo tienen que construir un prototipo de solución. 

Como has podido ver invertir un tiempo considerable en enamorarte de tu problema y no de tu solución te garantiza un diseño más cercano a las necesidades de tu usuario, no desperdicies tu tiempo tratando de diseñar la solución perfecta, pues no existe, las soluciones posibles son variables, por lo mismo hay que estar abiertos a cambiarlas, pero es el problema la piedra sobre la que construirás una solución innovadora y útil. Si una idea no logra resolver un problema real, no será consumida por los potenciales clientes. Nunca olvides esto.

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